miércoles, 27 de julio de 2011

Que no sea Kang, por favor

Universidad de Aberdeen (Old Aberdeen).
Miércoles. 27 de julio. Casi dos tercios de la estancia han pasado. Rapidísimo.

Me da un poco de vértigo. No quiero. No quiero volver a mi casa, no quiero volver a mi trabajo. Sólo me gustaría ir hacia adelante y que todo se moviese conmigo.

Me gustaría que el tiempo aquí pasase despacio, muy despacio. Me gustaría que este verano durase un año más. Me gustaría que incluso no tuviese que trabajar tantas horas y pudiese volver a tener un verano de estudiante, como cuando estudiaba en la escuela: trasnochando mil horas (durmiendo de día y haciendo todo de noche), leyendo, escribiendo cartas larguísimas a mi mejor amiga, escuchando a The Cure, pintando, pensando, paseando, tomando helados, soñando con el futuro y cómo sería yo entonces... Pero el futuro es cada vez más breve, me temo. Recuerdo que para mí el verano siempre estará asociado al olor a jazmín, por la planta enorme que había junto a mi ventana. En las noches frescas de primavera y verano, con la ventana abierta, el olor inundaba toda la habitación. Eso.

Pero de momento, sigo con el capítulo 3. Hoy he conseguido escribir 4 páginas más, pero sobre todo, he ido cerrando apartados del capítulo, por lo que estoy a un paso de terminarlo. ¿Un día más? ¿Dos?

Definitivamente nos vamos el viernes rumbo Balmoral. Hemos alquilado un pequeño coche y partimos bien temprano. Yo no voy a conducir. No me atrevo. Me da miedo. Aún no he integrado lo de que todo gire al revés y en las calles tengo que concentrarme mucho para cruzar y mirar al lado correcto. ¡Y llevo ya dos meses aquí!

Hoy he estado solo, trabajando en el despacho. Mis compañeros españoles se han tomado el día libre porque estaban muy muy cansados. Por la tarde, sobre las 18.00 horas, han venido a rescatarme. Había salido el sol y nos hemos ido a dar un paseo largo por la ciudad. Hemos ido a ver la Biblioteca General, que me ha encantado. Está tan ordenada, es amplia, está muy bien organizada por temas... y lo primero que he visto ha sido un libro sobre Morrissey. Era una señal clara.

Luego hemos vuelto a recoger las cosas al despacho. Ellos se han quedado trabajando (porque la culpa es muy poderosa para un doctorando) y yo me he venido a cenar a casa. He llamado a mi madre (hola, Madre!) y me ha dicho que está bien y que mi madrina, a la que operaban hoy de cataratas, también lo está. Qué bien. Su gatita ha tenido dos gatitos y Cuqui, su perra (porque ya es tuya, ¿no?), los vigila y cuida.

Hoy ha sido un día muy Que no sea Kang, por favor. Muy así. Que alguien venga a salvarme.

4 comentarios:

Andra dijo...

Si es que ya casi está Marcos, casi la has acabado. Estás a un paso de conseguir tu objetivo. Por lo que de nuevo, congratulations!

Si hasta me dan ganas de ir a tu defensa de tesis :)

Un abrazo

Ana María

Anónimo dijo...

Bueno, aún queda un poquito!! Pero cada vez queda menos, sí.

Hoy en la nueva entrada voy a contar el estado de la cuestión a fecha de hoy.

Muchas gracias por tus ánimos, de verdad. Un abrazo,

M.

Vicenç dijo...

Yo no entiendo mucho de doctorados bueno, nada mejor dicho, pero si luego tienes que recortar páginas pues chico!!! no escribas tanto y ahorra energia.
Un besote enorme para madre y para tí.

Vicenç dijo...

Por cierto, leyendo tu relato justo en el punto de reflexión que haces de tu pasado, me ha venido a la mente Belén y es que llevo varias semanas pensando en ella, simplemente me ha sorprendido gratamente.
Me gusta el olor a jazmín.