lunes, 13 de junio de 2011

54 horas, laundry, Howard Hugues y las urraquitas

Cementerio, junto a la playa de Aberdeen.
Lunes. Como cada día, me he levantado a las 6 de la mañana y me he ido al despacho. Hoy volvía a estar de vuelta mi compañera investigadora española. Este fin de semana había marchado a Londres.

Ayer cerré mi trabajo a punto de iniciar una nueva parte que me apetecía avanzar, así que me he puesto a escribir en seguida. Ahora ya estoy muy centrado en la tesis y estoy avanzando a buen ritmo en la escritura. Esta mañana he calculado las horas que le dedique a la tesis la semana pasada y fueron 54 horas. No obstante, muchas de ellas fueron aún de lectura de artículos. Llegado un determinado punto decidí cerrar la revisión de la literatura teórica y empírica y decidí ponerme a escribir. He contado a algunos profesores de aquí el tema de la tesis y los resultados preliminares y les ha resultado muy interesante. Hoy he trabajado desde las 9 hasta las 18.30 horas. Estando en el despacho ha llovido dos veces, con bastante fuerza, pero luego ha parado y se ha quedado el sempiterno viento, que hoy es un poco más fuerte de lo habitual.


Por la tarde he venido directo a casa. Hoy tenía que pagar el alquiler de la casa. He aprovechado y he pagado dos semanas seguidas, así no tengo que ir tan a menudo. De paso he preguntado dónde y cómo puedo lavar la ropa, porque hasta ahora... no había reunido el valor para preguntarlo. Muy amables, me han acompañado a verlo. Laundry. Ah. Cuatro lavadoras a monedas (2 libras por lavado) y 4 secadoras (1 libra por secado). Los jabones y suavizantes los tengo que poner yo. Ah. Y no hay bancos, ni había personas con charlas amables y sociables. Y si es la sala para lavar, alguien debería pensar en lavar también la sala de lavar, porque limpia yo no la veo. Sinceramente, yo no veo limpio nada, últimamente. Creo que estoy un poquito Howard Hugues de más o bien estoy en lo cierto.

Así que me he venido a casa y me he puesto a limpiar todo. Como estaba excitadísimo no me ha durado la casa nada. Un periquete. Así que me he preparado la cena y he visto El Intermedio, que me sigue pareciendo casi lo mejor de todos los días.

Me he dado cuenta de una cosa. Cuando me despierto por las mañanas siempre suele haber aves en el jardín, buscando gusanitos y caracolitos, o qué sé yo; a veces también jugando o persiguiéndose, y a veces sólo cantando. Suelen ser cornejas, o cuervos, o gaviotas, y a veces urracas. Hoy había cuatro urracas persiguiéndose y cantando. Me encanta verlas y escucharlas. A veces son un poco bulliciosas, pero me gusta mucho los sonidos que hacen, especialmente un tipo de grajeo que no sé cómo explicar aquí. Creo que cuando deje de vivir aquí echaré esto mucho de menos. Me encanta despertarme y escuchar pájaros tras mi ventana. Me hace feliz.

1 comentario:

Andra dijo...

Hola Marcos, saludos de otra desplazada a tierras lejanas para (intentar) acabar la tesis. Te aseguro que por Glasgow hace el mismo fresquete que por Aberdeen, y que en trece días que estoy por aquí sólo he visto el sol en tres ocasiones... Te felicito por esas 54 horas de caña a la tesis, es todo un logro; yo creo que hoy, por fin, empiezo a recuperar algo de inspiración (y sobre todo ganas). No sabes lo identificada que me siento con tus palabras, pero sobre todo con el sentido LAXO dl término limpieza en Escocia... ¡donde se ponga un buen mocho que se quiten las moquetas! A ver si nos tomamos un tea un día de estos.
Ana María