miércoles, 1 de junio de 2011

El viaje de ida

El viaje de ida fue realmente agotador. Por una parte porque llevaba el ordenador y una maleta de mano que pesaban como un muerto y por otra porque estaba previsto un tiempo total de 7.5 horas y creo que fueron como casi 12. Terrible.

De Alicante a Madrid fue bastante bien, aunque con unas turbulencias tremendas. A la llegada a Madrid descubrí que era porque había una tormenta enorme. De hecho, el vuelo se retrasó porque el avión que tenía que transportarnos llegó tarde pero también porque había tantos rayos que por cuestiones de seguridad no pudieron repostar el combustible. Esto hizo que el vuelo se retrasarse casi dos horas, por lo que tuve tiempo de comer.

El avión despegó rumbo a Londres, pero llegué allí pese al cambio de hora muy tarde como para coger el vuelo de conexión que me llevaba a Aberdeen. Además, tenía que desplazarme de la terminal tres a terminar cinco en autobús, por lo que, con más razón era muy difícil que llegase a tiempo. Allí tuve que emplear por primera vez el inglés, y lo hice con rotundidad: "I lost my flight connection". La azafata de tierra se rio, pero no entendí muy bien porque. ¿Quién necesita el verbo to miss?

El aeropuerto de Heathrow en Londres me pareció realmente gigantesco y estaba tan repleto de personas que era un poco agobiante. Me senté a observar a las personas pasar. Era impresionante ver la cantidad de tipos diferentes de personas que coincidíamos en aquel lugar.

Finalmente, conseguí tomar mi vuelo a mi destino final. El aeropuerto de Aberdeen es realmente muy pequeño. De hecho, fuimos andando desde el avión hasta la terminal. Allí existe una única cinta para la recogida de maletas, lo cual habla mucho de lo poco frecuentado que es este aeropuerto.

Casi lo primero que vi al salir del aeropuertofue a dos hombres con falda escocesa. Hacía mucho frío, pero no llevaban medias ni nada que les calentara las piernas excepto unos calcetines cortos. O son muy rudos o no sienten las temperaturas. El acento del conductor de un taxi era muy cerrado y me costaba entenderle.

En pocos minutos estábamos ya en la residencia en la que he alquilado un apartamento. Me presenté, pagué dos semanas de alquiler por adelantado y me acompañaron hasta el apartamento. Mi impresión al entrar fue muy mala. Cuando la persona que me había acompañado se fue me sentí realmente mal y pensé que lo mejor era volver. Echaba mucho de menos mi casa, mi cama y a mi gato. De todos modos, como estaba tan cansado, decidí irme a la cama y dormir y repensar todo eso más tranquilo al día siguiente.

Al día siguiente ya había cambiado de idea.

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